Motivación ante el examen EIR

La motivación es uno de los factores más importantes a la hora de preparar el examen EIR. Es el motor para que actives la voluntad hacia el esfuerzo que supone el estudio. Si consigues mantener esa motivación que un día hizo que te decidieras a enfrentarte a la prueba, junto a los recursos que están a tu disposición, tienes una gran ventaja para superar otros obstáculos.

La motivación predispone que tus esfuerzos sean más llevaderos. Es normal que tengas días malos que te dificulten el estudio; que te levantes pensando en lo arduo que se está haciendo tu proceso de preparación a la próxima convocatoria EIR, o que sientas que no te estás enfocando en el aprendizaje. Y experimentas una gran cantidad de emociones de agobio, mensajes desalentadores y de renuncia en tu mente. Cuando esto ocurre puede ser conveniente parar un poco para descansar o dedicarlo a otros quehaceres. Actividades como salir a pasear o a hacer algo de deporte, escuchar un poco de música o simplemente tomar una ducha pueden ayudarte a retomar el estudio de forma más concentrada. En esos días de decaimiento también puedes tratar de centrarte en algunos temas más fáciles de ‘digerir’.

Puedes marcar pequeñas metas abarcables con pequeñas recompensas. De este modo sigues a otro ritmo pero sin postergar tus estudios.

La primera decisión

Pero si aún así todo te sigue pareciendo inabarcable, porque piensas en todo lo que te queda por repasar, también es útil parar y recordar aquel día en que tomaste de forma más pletórica la decisión de ser residente. Evocar las motivaciones de aquellos primeros días y tratar de escribirlas para tenerlas presentes, incluso añadiendo nuevas razones, podría reforzar tu motivación actual. Al robustecer tu voluntad, tomas un papel activo en tu esfuerzo y perseverancia que, a su vez, permite traspasar los factores que determinan el proceso de estudio. Si la memoria juega un papel fundamental en el aprendizaje y esta se sostiene de una atención mantenida durante el tiempo, es la motivación la que permite que perdure el foco de atención para conseguir un aprendizaje a largo plazo.

Aunque en tu entorno pueda haber quien te anime, bien sea tu pareja o algún miembro de tu familia, eres tú quien tiene la mayor responsabilidad para que la motivación no decaiga. Piensa en los objetivos que te marcaste un día y también en verte trabajando en una especialidad como enfermera interna residente.

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